Clorato en el agua potable: un subproducto silencioso con impacto en la tiroides
¿Qué es el clorato y cómo llega al agua?
El clorato (ClO₃⁻) es un anión oxidante que se genera como subproducto de la desinfección del agua, especialmente cuando se utiliza dióxido de cloro (ClO₂) o hipoclorito de sodio. También puede formarse por la degradación de soluciones mal almacenadas, sobre todo en condiciones de calor o luz, y por la descomposición lenta de compuestos clorados.
El clorato no se elimina fácilmente con los tratamientos convencionales, y su presencia en el agua ha sido documentada en diversos países. Su detección es cada vez más común, especialmente en zonas donde se prioriza la desinfección con dióxido de cloro.
¿Qué efectos puede tener sobre la salud?
El clorato es considerado un contaminante emergente y un disruptor endocrino. Su principal órgano diana es la glándula tiroides, y su mecanismo de acción se basa en interferir con la captación de yodo, lo que puede afectar la producción de hormonas tiroideas.
Los efectos observados en estudios animales incluyen:
-
Alteraciones en la tiroides (hipotrofia y disfunción hormonal).
-
Daños en riñones e intestino.
-
Cambios hematológicos y oxidativos.
-
En dosis elevadas, efectos neurotóxicos y reproductivos.
Los grupos más vulnerables son lactantes, niños, mujeres embarazadas y personas con enfermedades tiroideas previas.
¿Cuál es el valor límite permitido?
|
Organismo |
Límite para clorato en agua potable |
|
OMS |
700 µg/L (0,7 mg/L) (valor guía provisional) |
|
China |
700 µg/L (coincide con OMS) |
|
EPA (EE.UU.) |
No regulado actualmente, pero en revisión. |
Este valor se basa en una ingesta diaria tolerable de 0,01 mg/kg de peso corporal, con un factor de seguridad de 100 aplicado sobre estudios en animales.
¿Dónde se ha detectado?
-
En China, un estudio reciente mostró que el clorato estuvo presente en más del 77% del agua potable analizada, con niveles que alcanzaron hasta 198 µg/L.
-
En Chile, se han reportado niveles de hasta 9.650 µg/L, muy por encima del límite recomendado.
-
En España y EE.UU., estudios en aguas embotelladas y del grifo detectaron clorato en concentraciones variables entre 0,36 y 224 µg/L.
¿Cómo se puede reducir?
El clorato no se elimina con técnicas comunes como filtración o cloración. Las estrategias más efectivas incluyen:
-
Control de la calidad del dióxido de cloro e hipoclorito usado.
-
Evitar el almacenamiento prolongado o en condiciones inadecuadas.
-
Uso de ósmosis inversa, adsorción específica o intercambio iónico en instalaciones críticas.
-
En contextos industriales, también se ha utilizado reducción química avanzada.
Conclusión
El clorato es un contaminante poco conocido pero potencialmente perjudicial, especialmente para la salud tiroidea. Su presencia en el agua es un efecto secundario de la desinfección, pero con medidas adecuadas puede controlarse.
El clorato no debería comprometer la seguridad de nuestra agua. Es momento de exigir controles más rigurosos, alternativas seguras y mayor transparencia sobre cómo se desinfecta el agua que consumimos.